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martes, 26 de julio de 2011

LA ENVIDIA

La envidia es un sentimiento destructivo. Cuando tú eres el objeto de la misma, quien la siente es víctima de un deseo enfermizo de hacerte perder lo que has logrado. Si eres un hombre de éxito, siempre serás perseguido.
Sé inteligente, permanece alerta: cuando alguien prospera, mejora, avanza, siempre habrá alguien que es­tará mirando y envidiando su posición.
Necesitamos aprender a celebrar y festejar los éxitos ajenos. Si puedes hacerlo, significa que estás en condicio­nes de anticipar que lo mejor, y bendiciones aún mayo­res, están por llegar a tu vida.
Cada logro del otro debe ser un desafío para ti. El éxito del otro no debe ser motivo de envidia, sino fuente de inspiración.
La gente envidiosa só­lo mira el automóvil que el otro tiene, quiere el sueldo que el otro percibe, pero no se detiene a pensar qué es lo que el otro hizo para alcanzar todo eso; sólo ve el final, pero no tiene capacidad de mirar el proceso.
Para poder alcanzar lo que el otro hoy tiene, tie­nes también que aprender a atravesar el proceso, a tener voluntad y coraje, fuerza, energía y temple pa­ra recorrer el camino. Tal vez, mientras unos estaban comiendo un asado, otros estaban preparando un postgrado.
Si hoy ves que tu compañero de oficina recibió un gran ascenso, antes que nada, reflexiona: de las horas que am­bos están en la oficina, ¿cuántas horas trabaja él eficazmente mientras tú tomas té o café?
Por eso, si hoy, delante tuyo, hay alguien con una fa­milia mejor que la tuya o con un gran logro profesional, su éxito no debe humillarte, sino que debe ser el puente para que te inspires y analices cómo llegó a su meta.
Puedes admirar en lugar de envidiar. La palabra envi­dia proviene del latín y quiere decir: “Yo veo”. La palabra admiración también proviene del latín y significa: “Yo mi­ro a”. Envidiar quiere decir “mirar mal”; admirar implica “mirar a”. Ambas tienen que ver con mirar; la diferencia es que la envidia trae bronca y la admiración, motiva.
¿Cuál es la diferencia? Envidiar es decir “te miro para destruirte”, admirar “te miro para aprender có­mo lo lograste.”
El que te descalifica y calumnia, probablemente no puede tener el mismo brillo que tu, por eso calumnia.
Es importante que entiendas que el exitoso está cer­ca tuyo para motivarte, para que puedas alcanzar lo que él pudo lograr. Si él pudo, tú también podrás.
El éxito del otro debe servir para que movilices tus estructuras, sacudas tu conformismo y te sientas esti­mulado a ir por más.
Muchas veces envidiamos lo rápido que el otro ha avanzado mientras nosotros permanecemos en el mis­mo lugar. Lo que sucede es que, en muchas oportunidades, si reci­biésemos todo junto no sabríamos que hacer con ello. Por eso es que mientras vas creciendo y aprendiendo vas recibiendo. Las grandes bendiciones, los grandes éxitos, suelen llegar de a poco, para que tus enemigos no te destruyan a causa de la envidia.
Todas las decisiones que tomamos se basan en lo que sentimos, y todo lo que sentimos se basa en lo que pensamos. Si cambio mi manera de pensar, cambio mi manera de sentir, y si cambio mi manera de sentir, entonces también cambio mi manera de decidir y por ende de recibir.
* Un exitoso no se mide por la cantidad de gritos que da, ni por el lenguaje que utiliza sino por su manera de pensar
* Un exitoso se distingue por sus pensamientos
* Un exitoso nunca envidia, porque tiene pues­ta su mente en su propósito y en sus sueños
Si tu mente y tus objetivos son ilimitados nunca vas a sentirte omnipotente, porque siempre habrá más por conquistar, siempre habrá más para soñar.
Hoy, ocúpate de ti:
* Valora que te tienes a ti mismo
* No esperes nada de nadie
* Rompe tus límites
* Pelea sólo por cosas que valgan la pena
* Tómate tiempo para descansar
* Busca consejos de gente sabia
* Demuestra el amor y la ternura a los seres que amas
No importa cuánto dolor hayas sufrido, ni cuánta gente se haya corrido de tu vista, ni cuántas traiciones hayas padecido: a la larga entrarás a la tierra de tu bendición y verás cumplido cada uno de tus sueños. Y recuerda: cuando consigues tu propósito sabes ser una bendición para otros, un nuevo nivel de prosperidad, de éxitos, de riquezas, de salud y de dicha te estarán esperando. Al que sabe dar, aún más se la dará.
Prepárate: no hay envidia ni celos que puedan de­tenerte, destruirte ni limitarte, ¡ Un Abrazo!

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